La vida de una época
Por Daniel Larriqueta – Revista Ñ (4/2/2011)
Estamos en la moda de lo coral. El adjetivo se usa de comodín para toda obra escrita o teatral que tenga varios personajes. Pero la atrayente novela de Albino Gómez, El profesor y la alumna, tiene sólo dos personajes, los del título. Lo coral, aquí, es la vida del protagonista, Carlos Alberto Tovar, adolescente sumergido en el turbión político de los años cuarenta, después joven abogado que transita desde el Banco Central a los pasillos tribunalicios de los cincuenta y por fin, cuarentón exitoso de los tempranos setenta. Y con los recuerdos de Tovar, relatados en los apuntes y carpetas que la joven Raquel, trofeo de su presente, va leyendo mientras viajan como mieleros entre Buenos Aires y Mar del Plata, Albino Gómez nos ofrece un formidable fresco de la vida porteña de un tiempo original e irrepetible: los años de vida agitada pero promisoria que se extienden desde el fin de la segunda guerra mundial hasta el comienzo de la violencia guerrillera. Esos veinticinco años entre la guerra de afuera y la guerra de adentro son la revelación de este libro.
Revelación, porque los apuntes de Tovar -¿o la formidable memoria del autor?- nos muestran con un detallismo protobarroco la vida de la época. Casi no hay restaurante, boliche, café, anuncio publicitario, novedad artística, ideas de moda, baile, conflicto político o personaje que no esté tocado por esta memoria. Y así, la novela se convierte en un documento apasionante – o un documental en pleno movimiento- de un a época que ha quedado apresada entre dos gigantescos dolores. Es formidable cómo Albino nos lleva a ese tiempo y nos hace sentir parte de pasiones, fracasos y sueños mucho más alegres y esperanzados de lo que creemos recordar o hemos leído en crónicas periodísticas muy teñidas por lo que pasó después. Tovar- Gómez lo han vivido con fruición y nos lo cuentan.
Con el infatigable humor que le conocemos a Albino Gómez y su destreza de pensamiento, la novela está tachonada de hallazgos. Así, enfrascado en las teorías jurídicas de Cossio, que en aquel tiempo fue rompedero de cabeza para los estudiantes de derecho con la teoría de la interferencia subjetiva, el protagonista nos dice que “hacer el amor es contrato en interferencia subjetiva”, llevándonos de rondón a las tierras del amor.
Porque Tovar tiene en todo el tiempo de su relato, una vida amorosa desbordante y casi imposible de seguir. No me atrevo a pensar que sea un rasgo autobiográfico de Albino Gómez, pero no es menos cierto que todo autor pone en sus ficciones algo o mucho de su experiencia vital.
Pero el festival de esta novela no es ingenuo. El protagonista da una definición de la autoconstrucción que me parece digna de recordar, aunque suene poco orteguiana: “Cada ser humano atrae la calidad de vida, la propia, la que puede”.
Los brillos de la memoria de un tiempo poco visualizado, el humor de las crónicas y la aparición inesperada de pensamientos profundos son muy Albino Gómez, y hacen de esta novela una aventura encantadora.