El estudiante abstemio
Daniel Martínez Rubio
“Una dama sostiene que al probar una taza de té con leche puede discriminar si la leche fue agregada al té o si, por el contrario, el té fue vertido sobre la leche. Consideremos ahora el problema de diseñar un experimento por medio del cual esta afirmación pueda ser investigada”. Con este problema desafiaba en 1935 a sus alumnos Ronald A. Fisher, padre de la estadística moderna. La necesidad de contar y medir, de comparar y especular, de domar el azar y el error, debe haber estado presente desde muy antiguo en la Historia, tal vez desde el momento en que alguien no encontró esas respuestas en los libros sagrados. Los motivos que tuvieron los primeros investigadores para incursionar en este territorio misterioso no pueden haber sido más disímiles, desde conseguir la pinta perfecta de cerveza Guinness hasta conocer el tiempo de supervivencia de cables de telefonía tendidos en el lecho del mar, a cuatro mil metros de profundidad. La percepción es siempre la cuna de la idea. Todos los conceptos de la ciencia estadística−envueltos ahora en sus ropajes matemáticos, lógicos y filosóficos− pueden rastrearse hasta el nacimiento de una imagen, muchas veces surgida de un problema concreto y práctico, fecundada después en la unión momentánea y maravillosa entre la imaginación y el intelecto. Estos textos quieren recuperar y recrear algunos de esos momentos irrepetibles. Los relatos de este libro refieren no solamente esas aventuras de la historia, sino otras, en escenarios reconocibles y actuales: una Buenos Aires cosmopolita y compleja, un pueblito de la Puna, un paseo por el Malecón de La Habana, un encuentro y una iluminación en el pueblo de Lezama. Son relatos de la vida cotidiana, rozada por los números, las estadísticas, las incertidumbres y las certezas.