Indisciplinadas, todas
Valeria Badano
Valeria Badano recrea en estos cuentos a un grupo de mujeres aprisionadas en su género y, a través de variables literarias, les va dando vida. Con la excusa de viejas canciones infantiles, sus voces desafían el mandato social y generacional: recetas de cocina pasadas de generación en generación concluyen, a veces, en el tacho de desperdicios y la farolera puede tener un oficio muy distinto a aquella con la que hacíamos la ronda cuando éramos pequeñas.
Dentro de estas “trampas” que parecen sencillas, quizás el cuento más dramático sea la recreación de los avatares que traerá la construcción de un puente –el de Avignon– para una joven y su pueblo. Pueblo del que nadie sale, con su misteriosa biblioteca que abre cuando quiere, un mago que revolotea y la protagonista que decide dar un primer paso y atravesar el río.
Uno de los relatos más secretos queda a cargo de una mestiza de Tegucigalpa que vive en universos paralelos, y no menos inquietante y complejo resulta aquel de la niña que sonríe.
La nueva versión de Eva, con sus incongruencias y sus fortalezas, resucita en estas páginas, acompañada por una corta obra de teatro –La otra mujer, que merecería una edición aparte–, que nos recuerdan a Humberto A. Murena, en “la otra versión de Edipo” o nos conducen a los jardines del Minotauro de Julio Cortázar en Los Reyes, por esa afinidad de mitos reencontrados y reescritos.
Quizás el más inquietante relato del libro sea Última estación, pero cada uno de ellos se nos acerca con una impronta distinta por su condición de protagonistas femeninas.
Insólitos a veces, con un toque de impudicia, atrevidos y dolorosos casi siempre, ambiguamente inocentes otras, son cuentos para no olvidar. Cuentos para mujeres enfrentadas a muchos retos para los que nadie las preparó.
Cristina Bajo